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Peregrinación a Itatí

Esteban Ledesma, Joaquín Meabe,
Luis Gurdiel | Corrientes

Centenaria marcha que hace de los pueblos de las Misiones una sola Nación chamamecera. Poco más de un mes antes empiezan los preparativos con intensidad, sin embargo a principio de año y tras la atención que exigen otras actividades y momentos del almanaque ya surge en las conversaciones y pensamientos el 16 de julio.
Es que se debe asistir a la fiesta del aniversario de la Coronación Pontifica de la Virgencita de Itatí (Piedra blanca, del guaraní), como la llaman con amor filial desbordante miles de correntinos desde hace cuatro siglos y que se manifiesta en esa fecha desde el año 1900 con una inédita peregrinación en esta parte del continente desde la localidad de San Luis del Palmar, población no muy grande de la provincia de Corrientes, ubicada a solo 25 kilómetros de su Capital. Desde allí, cada 13 de aquel mes, parten cientos de miles de devotos hacia el Pueblo de la Virgen distante a unos 70 kilómetros, en la ribera del majestuoso río Paraná, donde se yergue la monumental Basílica que cobija la histórica imagen de “carita de nogal y manitas de timbó”, como dice una de sus canciones. Pero lo que lo hace inédita y no se puede comprender en su real dimensión si no se es parte de esa experiencia, es su modalidad; ya que si bien diversos medios de transporte se utilizan para desplazarse, incluso muchísimos lo hacen a pie, se destacan las carretas pintorescas que transportan especialmente a ancianos y niños de cada familia, porque el grupo familiar completo se compromete con esta tradición, además de llevar lo necesario para casi una semana que durará el viaje hacia el destino y el regreso. Y es eso necesario que moviliza a las distintas generaciones en una casa, en el centro de la localidad, en los barrios, en el campo y no únicamente de sanluiseños, porque a ellos se suman procedentes de comunidades de la zona, como Mburucuyá y Caá Catí, que se caracterizan por la fidelidad a sus tradiciones; pues peregrinaciones con ese mismo motivo aumentan con el correr de los tiempos con otros medios no tradicionalistas, como quienes se dirigen en bicicleta desde Monte Caseros en un recorrido de unos 400 kilómetros sólo de ida. O la de Posadas en la vecina provincia de Misiones y de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, en igual transporte.
Se entiende entonces porqué el movimiento empieza varias semanas previas a la partida. Es que se debe preparar el avío (lo que se utilizará en el trayecto, en este caso especialmente el alimento), pues son varias jornadas fuera y con los más cambiantes humores del clima en el primer mes del Invierno, cuando se deberá soportar eventuales vientos gélidos, lloviznas, lluvia o disfrutar durante el día de un cálido sol. Tal como sucede en la vida, se enfrenta una síntesis de cambiantes situaciones personales, familiares y comunitarias. Y en marcha. Tal como es el sentido que los creyentes pretenden se selle ese tipo de manifestaciones religiosas, tan válidas para la vivencia de quienes tienen Fe o para los que no profesan ninguna, pues la experiencia vital tiene comunes componentes. De allí que cualquiera es invitado a compartir un acontecimiento inolvidable de fuerte sentido social, en un grupo humano multitudinario que incluye a todos. Manos marcadas por el paso de los años o jóvenes y fuertes asidas a las riendas de carruajes o caballos conduciendo el paso lento hacia aquel sitio también conocido como Faro de la Fe del Mercosur. Rostros de abuelos bajo la cubierta de las carretas que pasan la posta de esta incólume identidad del Taragüí a sus descendientes, mientras se comparte un energizante mate o torta frita o chipá en el andar. La tierra originaria de los indios guaraníes y luego de las misiones jesuíticas, provocaron una amalgama de culturas que marcaron para siempre a este terruño de la Mesopotamia argentina, donde desde su corazón de aguas que brillan en uno de los humedales más importante del plantea, el Iberá (aguas brillantes en el idioma nativo), dejó como consecuencia una idiosincrasia definida e inalterable pese a las ráfagas extranjerizantes o tildadas de modernistas.

Corrientes se convirtió en una atalaya del ser autóctono y de la argentinidad. Y orgulloso de serlo. En ese contexto se entenderá la peregrinación del Pueblo Peregrino, como también se conoce a la población de San Luis del Palmar. Aunque no es de su exclusividad. También en abril se sucede anualmente otra similar, la de los Tres Pueblos, en la que participan las localidades de Santa Ana de los Guácaras, Paso de la Patria y San Cosme, todas con atractivos naturales e historia profusa que se aprecia en sus calles; especialmente en la primera de ellas que hunde sus raíces en el año 1621 en una Reducción de aborígenes guácaras gobernada por frailes franciscanos. Pero será el 16 de julio la fecha esperada, cuando mimetizados en una marea humana de devotos, los sanluiseños y sus acompañantes se aposten sobre la ribera del Paraná que oficiará de balcón para aplaudir, proclamar vivas y emocionarse hasta las lágrimas al ver la precesión náutica por la que se encuentran en medio de las aguas sobre sus respectivas embarcaciones, junto a decenas de canoas, las veneradas imágenes de Itatí y de la Patrona del Paraguay, la Virgen de Caá Cupé, que parte de la costa del hermano país bajo el ondear de su bandera nacional tricolor. Así, este noble pueblo será testigo y protagonista de una tierra de creyentes que no sabe de fronteras por su adhesión a la Fe que los congrega y que se expande en la identidad de una Nación de las Misiones y chamamecera.
Y el fervor que no sabe de contenciones pues las experiencias intensas se desglosan por días como el rezo de las cuentas de un Rosario, culmina cuando todas las voces se aúnan para entonar a viva voz el Himno de la “Che Sy” de las manos juntas (“Mi mamá” en guaraní): Los himnos más dulces que el pecho atesora.

Queremos, Señora, cantarlos a tí, que tierna escogiste, con ojos clementes, por reino Corrientes, por trono Itatí… Tus gracias gozaron muy grandes naciones; lo sabe Misiones, el bello Uruguay; Brasil su voz une al pueblo del Plata, tus glorias relata también Paraguay. Por eso a tu frente ceñimos coronas de Reina y Patrona con grato fervor, pidiéndote, en cambio, nos des en el cielo divino consuelo, corona de amor.

Eduardo Hernández.