fotografia

Hellweg - Max Aguilera
por Daniela Bertolini, Chile

Llevaba un tiempo realizando tomas al interior de pabellón de cirugía de diversos centros hospitalarios, tanto públicos como privados. Buscando imágenes que tuvieran esa tensión lumínica que un quirófano con luz cenital puede entregar, fragmentando y deteniendo en primeros planos las manos enguantadas de los médicos, haciendo que estas extremidades irrumpieran dramáticamente desde la oscuridad más densa a la luz, de un modo tenebrístico.
Deteniendo las acciones de incisión, hemostasia, disección, separación, reparación y suturación, poniendo así en perspectiva el campo de batalla que es el cuerpo humano. Al igual que ocurre con otras instancias de poder institucional la fotografía está vedada en estos recintos porque de alguna manera vulnera los comportamientos y maniobras del quirófano y hace visible estas operaciones de control de las prácticas quirúrgicas. Y eso es inquietante.
Max Aguilera me mostró que su trabajo era rotundamente mejor que lo que yo estaba haciendo, por tanto me permitió cuestionarme mi quehacer, analizarlo, replantearlo y seguir. Sólo trabajando sé lo que veo.

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