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País sin tren

Jorge Luis Santos García | Entre Ríos

Para alguien que viene de un país sin ferrocarriles, un encuentro y una experiencia inmersiva con estas fabulosas máquinas, resulta ser del todo, muy excitante.
Venezuela es un país sin ferrocarriles desde que, en 1966 El Gran Ferrocarril de Venezuela realizara su último viaje. Históricamente hemos tenido muy pocas experiencias con estas máquinas. Éramos un país "rico"”", con mucho petróleo y por eso, todas las mercaderías y transporte de pasajeros se movilizaron (y aún lo hacen) en vehículos a gasolina (nafta).
Argentina cuenta o contaba con un sistema de ferrocarriles amplio y potente, pero al parecer decayó para el año 2011. Fue por ese mismo año, cuando por varios días visité, la ciudad de Paraná, de la provincia de Entre Ríos, con motivo de haber sido invitado al Festival Internacional de Fotografía de Paraná.
Allí me encontré con una situación particular: patios repletos de trenes en estado de chatarra, un gran cementerio de ellos. Vagones y locomotoras que se visualizaban, fueron hermosos, inclusive lujosos, y ahora tristemente abandonados a la intemperie, a su suerte.
¿Cuántas historias humanas fueron vividas, en esos infinitos viajes, en estas máquinas ahora quemadas, rotas, maltratadas y olvidadas?
Por esas paradojas de la vida, mi mayor asombro fue encontrar -al mismo tiempo y casi en el mismo lugar- lo que parecía ser un renacimiento de la actividad ferroviaria. Había como un viento de esperanzas, que se dirigía hacia la recuperación de este tipo de transporte. Se reparaban algunos vagones y locomotoras, a los que se les anexaron algunos trenes nuevos y modernos, lo que parecía presagiar buenas noticias.
No sé cuál será el actual estado de estas máquinas y su funcionamiento, pero me haría gran ilusión, regresar de visita a la Argentina y encontrarla llena de hermosos trenes funcionando. Me gusta viajar en tren, porque donde vivo es un “País sin tren”.