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Malvinas, Itinerario

Las Islas Malvinas son un archipiélago en medio del Atlántico que orientó, orienta y orientará la imaginación de generaciones de seres humanos, pero del que a la vez, por su misma condición de lugar de frontera, sabemos muy poco.

Un territorio del que, al compás de la expansión ultramarina europea, desde fecha muy temprana hay referencias en las cartas náuticas. Por esto, desde el mismo momento en que las costas sinuosas de las decenas de islas e islotes del archipiélago ganaron precisión en los mapas, se transformaron en territorio de disputa y destino de exploradores, balleneros, comerciantes, emigrantes, y marinos de guerra de muchas nacionalidades. Desde el siglo XVI, también, los ribetes míticos que la palabra “Malvinas” evoca predeterminan lo que esperamos ver allí. Sucede aun ahora, en épocas mucho más informadas –pero tal vez más perezosas intelectualmente- que aquellas azarosas y de descubrimiento. Cualquier persona medianamente informada puede hacer una lista de escenarios y seres vivos que “sabe” que hay allí. Pero no es sencillo, como en muchos otros lugares en los que la presencia humana es especialmente difícil de sostener, asociar los territorios que imaginamos al escenario real.
Este libro es un pasaporte para achicar esa brecha al mismo tiempo que expandimos nuestra imaginación y nuestro conocimiento. Afortunadamente hay viajeros que lo hacen por nosotros, que trasladan su asombro, consciente o inconsciente, a las imágenes que registran con su ojo sensible y experto, o con su experticia profesional. Lograr que una imagen sorprenda y emocione no es sencillo, es un arte, y doblemente desafiante si a la vez se trata de un espacio, el archipiélago austral, donde solo en apariencia parecería que no quedara mucho por decir o ver. Las y los fotógrafos cuyo trabajo aparece desplegado aquí son ese tipo de personas.
Quienes se asomen a este libro emprenderán un viaje sorprendente. Porque decir “Malvinas” es, para muchos, sacudir nuestras memorias con las evocaciones de una guerra producida hace cuatro décadas. Surgen imágenes que la rutina de la violencia actuada por seres humanos congeló en blanco y negro y que de a poco definieron una forma en la que las sociedades las recuerdan: siluetas armadas contra un horizonte infinito, hierros retorcidos, los muros tiznados de una casa. Tan fuertes, a veces, que no dejan ver más allá. Nada de eso hay en estas páginas. No obstante, también veremos las marcas que la guerra dejó en un escenario asombroso por su diversidad y colorido: avisos del peligro de las minas enterradas (aunque ya no estén allí), restos de un vehículo acorazado, las cruces del cementerio de guerra argentino. En “Malvinas” las marcas humanas que retratan algunas de las fotografías tienen un aire efímero y antiguo a la vez: son luces en medio de una oscuridad absoluta, chapas oxidadas, embarcaciones abandonadas y sí, también, imágenes de un cementerio de guerra, que probablemente durará más en la memoria de las personas que en ese escenario que se parece tanto a la frontera del mundo. Un escenario donde algunas formaciones rocosas se parecen a castillos abandonados, lo que da idea de su antigüedad. Pero si invirtiéramos la imagen, y dijéramos: “un castillo en ruinas se asemeja a la antigüedad de las rocas”, recién entonces arañaríamos la potencia de ese escenario atrapante habitado por albatros, lobos y elefantes marinos, y otras aves, que viven de aguas en las que viven algas de dimensiones también colosales. Un lugar antiguo y nuevo a la vez: antiguo en sus paisajes y las especies que viven en ellos; nuevo en los rostros de migrantes de distintos continentes. Allí están.
Muchos lectores recordarán la forma en la que estudiaban las islas en su infancia: la “Geografía”, la “Flora y la fauna”. Este libro materializa un territorio: si cada imagen es única, el conjunto es el del escenario donde fueron tomadas las fotografías que lo integran: bravío, atrapante, bello, indómito, inclemente y acogedor. En este libro navegamos aguas quietas que pueden volverse bravías en un instante. Aunque congelado, una escena de un pastizal azotado por la fuerza del viento, o árboles torcidos por su fuerza, transmiten la idea de que las personas que pisen ese espacio estarán sometidas a fuerzas que las exceden: que deben amoldarse a ese poder que reina en el escenario, y que eso torneará y moldeará sus vidas. Combatirán la grisura de las brumas vistiendo de mil colores sus casas y su puerto, pero también sabrán cuándo no salir de ellas y contemplar, desde sus ventanas, la fuerza de la naturaleza desatada en una bahía o una cala donde duermen los restos de una pequeña embarcación, donde un muelle aguarda la llegada de otra nueva. Yo, que he podido visitar las islas, me he emocionado profundamente al ver estas fotografías, no solamente por los recuerdos que me trajeron de mis propios viajes y sensaciones, pero sobre todo, porque me hicieron confrontar con lo poco, poquísimo, que aún sé de ellas, y con el deseo de volver a ese escenario donde parece que el mundo termina, pero también, recién comienza.
Federico Lorenz

Libro publicado en Buenos Aires, Argentina en Mayo de 2022. Primera edición de 500 ejemplares.
Impreso en Trama - Argentina
sobre papel Ilustración 150g. 29x21cm

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