logo bex mapa
Menu

Sin identidad fotográfica

Mónica Fuentes | San Luis

Un registro fotográfico de la primera infancia forma parte de nuestra identidad. Cuando crecemos las fotos nos ayudan a recordar momentos mágicos, únicos e irrepetibles de nuestra niñez, nos transportan a momentos felices que si bien no volverán, tenemos la certeza que existieron no sólo por nuestra memoria sino también por la foto en papel, registro inconfundible e irrefutable de que alguna vez fuimos niños, jugamos, disfrutamos, compartimos y en definitiva “existimos”. Un niño adoptado después de los 6 años, además de haber pasado por una infancia con todo tipo de carencias, principalmente afectivas, llega a una familia adoptante sin absolutamente ninguna fotografía.

No existe la posibilidad de conseguir una imagen de sus primeros años, ni siquiera en su documento. Los padres adoptantes sólo pueden acudir a la imaginación y fantasear pensando en cómo era el niño recién nacido, al cumplir el año, jugando con su juguete preferido, en una plaza o con guardapolvos en su primer día de jardín. Este trabajo es personal, porque soy madre adoptiva de un varón de casi 13 años que llegó a mi vida teniendo 7, el cual traía como pertenencias solamente un bolsito con ropa vieja y una netbook dada por el gobierno provincial. Una fotografía de su niñez es simplemente impensada. Su primera imagen entonces es la del primer día que llegó a mi hogar. Desde el punto de vista fotográfico, es un volver a nacer, en donde ninguna vivencia del pasado quedó plasmada en papel, todo se va diluyendo o reduciéndose a sombras en la memoria. Traté de abordar en este trabajo varias aristas.

La ausencia del niño y de la persona, es el eje principal del total de la obra. Porta retratos o álbumes vacíos reflejan obviamente la ausencia de fotos. Se visualizan las sombras en muchas de ellas, por lo relatado anteriormente, y algunas imágenes están en movimiento queriendo representar al niño jugando pero al estar privadas de la figura infantil la foto queda trunca, triste, le falta lo principal, la sonrisa del niño. La obra llama a la reflexión, por el contenido emocional que intenta transmitir, soledad, desamparo, ausencias y por qué no, tristeza, producto de situaciones extremas que llevan a niños en edad primaria a ser puestos por la justicia en estado de adopción.