logo bex mapa
Menu

Memoria emotiva

Natalia Encalada | Salta

A Nani Encalada Intento recordar cuál fue mi juguete favorito cuando era niño, pero no puedo. Lo más probable es que no tuviera ninguno. Recuerdo haber jugado con soldaditos, rasti, figuritas, autitos, aviones, entre otros tantos, pero no siento, ahora, que haya tenido un vínculo fuerte con alguno de mis juguetes. Ver las fotos de Nani me llevan a cuestionarme eso y a preguntarme qué fue de mi niñez. ¿La perdí para siempre? La idea me asusta.
Busco dentro de ese baúl que llamamos pasado, ese tiempo que no está hecho de minutos, sino que avanza de juego en juego, y me veo jugando con los otros niños de la cuadra a la pilladita, a la escondida, al ring raje, a qué contábamos historias con sombras. La risa, en esos momentos, nos mantenía a salvo de eso que no entendemos hasta que crecemos, el escepticismo. Voy hasta la habitación de mi hijo, sigo indagando dentro de mí, buscando indicios de aquellos días.
Veo los robots que se transforman, los superhéroes que vuelven más musculosos, Ben 10 y Goku que compiten contra adversarios invisibles, aviones que ya no tienen alas y todos esos juguetes que están guardados en cajas o amontonados en los estantes, desordenados, rotos o sanos, inertes, esperando… Tomo un autito y me siento en el piso, después de unos minutos, me animo a encender su pequeño motor y me dejo llevar. Descubro que la vida no se detiene, que cuando llegué el momento, nos iremos para convertirnos en un recuerdo, en algo intangible que vivirá en la memoria de los objetos. Quedarán las fotografías perpetuando los buenos momentos, el lado del colchón hundido por el peso de nuestros mejores sueños, la silla en dónde mejor disfrutamos la mesa.
Quedarán los juguetes y todas aquellas cosas que han sido parte de nuestras vidas, como las piedritas que se ven en el fondo del río, para dar testimonio de que hemos vivido.
emesinache (Salta, 17 de Mayo de 2016)